lunes, 27 de junio de 2016

Alimentos que ayudan a conseguir un bronceado más natural y duradero

Una dieta adecuada ayuda a preparar la piel para la exposición solar, aumentar las defensas y disminuir los efectos perjudiciales del sol.

Todos estos alimentos que te presentamos a continuación permiten un buen bronceado e incluso alargar considerablemente su permanencia, pero ello no es óbice para que se mantengan las precauciones necesarias para prevenir posibles enfermedades en la piel: utilizando filtros solares adecuados, evitar las horas de mayor insolación y no prolongar las sesiones de bronceado más allá de los treinta minutos recomendados por los especialistas.


El betacaroteno: Protege la piel de de la influencia negativa del sol 





El betacaroteno es un pigmento vegetal que el sistema digestivo transforma en vitamina A y almacena habitualmente en el hígado. Este proceso ayuda al bronceado por su síntesis de melanina. La melanina, por su parte, actúa como filtro natural de los perjudiciales rayos ultravioleta, protegiendo así nuestra dermis. En definitiva, los alimentos que contienen caroteno (o betacaroteno) son perfectos para aumentar el bronceado. La zanahoria es el alimento con mayor concentración de esta provitamina, pero puede decirse que las frutas y verduras de colores más llamativos la contienen en mayor o menor medida: calabaza, tomate, ciruelas, albaricoques, melocotones, judías verdes, cítricos, sandía, etc.


La vitamina E: Reparadora de la piel


La vitamina E es la principal encargada de reparar los daños solares en la dermis. Se encuentra principalmente en los frutos secos como almendras, nueces y avellanas.


Los ácidos grasos: Bronceado duradero e hidratación en la piel



Los ácidos grasos favorecen el hecho de que el bronceado dure más y además son muy importantes para mantener la piel bien estructurada e hidratada.
Se encuentran habitualmente en el pescado azul (sardina, boquerón, corvina, caballa, etc.), en los aceites vegetales también son beneficiosos, igual que algunos frutos secos como las nueces, las almendras, los pistachos o las avellanas.